Por Ántero Flores-Aráoz
En 1945, o sea hace nada menos que ochenta años, se fundó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de la que el Perú es partícipe y que tiene por finalidad principal mantener la paz y la seguridad internacional, así como fomentar relaciones armoniosas entre las naciones. También lograr la cooperación internacional en la solución de problemas económicos, sociales, culturales, humanitarios y el respeto a las libertades fundamentales.
Si echamos una mirada al mundo que nos rodea y en que vivimos, encontraremos acciones bélicas entre la Federación Rusa y Ucrania. En el Oriente medio continúa el conflicto entre Israel y Palestina que afecta principalmente a la franja de Gaza al que se añade la situación de Cisjordania frontera con el Líbano. El Yemen sigue con sus problemas que involucran a los hutíes apoyados por Irán. El Sudán en guerra civil. Etiopía aún con focos beligerantes. La República Democrática del Congo con incremento de hostilidades. En Somalia continúa la insurgencia islamista. En Myanmar continúa la guerra civil y ataques aéreos contra blancos civiles.
En adición a lo señalado hay conflictos latentes o de alto riesgo, como en Colombia en que pese a los acuerdos de paz hay incumplimiento de milicias armadas. En Venezuela y Guyana continúa la disputa por el territorio de Esequibo. En Ghana nada varía y la paz sigue distante. Entre Camboya y Tailandia la disputa fronteriza no termina. La amenaza de China continental contra Taiwán no tiene fin y las hostilidades de Corea del Sur con la del Norte son harto conocidas. Las diferencias armadas entre Armenia y Azerbaiyan, elevan temperatura armada.
Si a este complicado mundo en que vivimos le agregamos acción bélica con drones, mayor presencia de China en todos los campos al igual que la India, así como las amenazas desde los Estados Unidos de América con el presidente Trump y su “arma” arancelaria, además de decisiones durísimas en materia migratoria, el panorama se torna muy peligroso, diríamos aterrador.
Estando realizándose una nueva Asamblea de la Organización de Naciones Unidas, nos tenemos que preguntar si los objetivos de ella se cumplen, y la respuesta penosamente es negativa, pues lejos de reducirse la conflictividad en el mundo, ella ha ido avanzando sin que la ONU haya sido capaz de encontrar, sugerir y aplicar correctivos. La cosa incluso es más peligrosa cuando hay que también tratar sobre la ciber tecnología.
Causa además pesimismo en lo que puede ser una institución que ayude a resolver los conflictos bélicos, la vocación de discursos ampulosos pero sin contenido práctico en las Asambleas de la ONU, en que los más altos dignatarios de los diferentes países hablan y hablan sin que se les escuche y menos que se tenga algún interés por ello. El diálogo es de sordos, los resultados inexistentes y la voluntad de cambio solo en la narrativa. ¡Urgen reformas!
Fuente: CanalB
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