Opinión

No a la violencia y a los falsos líderes, por Óscar Becerra Tresierra

Publicado el 24 de julio de 2024

Por Óscar Becerra Tresierra, publicado en Expreso

 

Grupos de ultraizquierda encabezados por la fracasada candidata presidencial Verónika Mendoza y el inhabilitado Martín Vizcarra convocaron a un paro nacional para el pasado 19 de julio. La señora Mendoza fue más allá: hizo un llamado a la insurgencia para derrocar a la presidente Dina Boluarte Zegarra.


El resultado fue un rotundo fracaso. Apenas un puñado de personas, entre las cuales se pudo identificar a la congresista Sigrid Bazán, se hizo presente y no pudieron llenar media cuadra de la avenida Abancay. Fue un espectáculo grotesco ver a Vizcarra fungir de líder como si los peruanos hubiéramos olvidado su pésima gestión en la pandemia del Covid -19.


Durante la emergencia sanitaria Vizcarra gobernó sin control: compró pruebas rápidas sin un estudio de mercado y con sobreprecio; con el programa Reactiva entregó dinero a manos llenas a los medios de comunicación que se olvidaron de fiscalizarlo y menos criticarlo; se entregaron millonarios contratos a dedo a familiares de Salvador del Solar, sí, el mismo político que fue cómplice del cierre inconstitucional del Congreso de la República.


La consecuencia: más de 200 mil peruanos muertos. Un genocidio por el que Vizcarra tendrá que responder, temprano o tarde.


Adicionalmente, Vizcarra tiene investigaciones por supuestos sobornos recibidos cuando era gobernador regional de Moquegua y, lo más grave, cuando ejercía inconstitucionalmente la jefatura del Estado. Hay testigos que incluso afirman que recibió dinero en Palacio de Gobierno.


Esa es la trayectoria de la persona que quiere ser candidato en las próximas elecciones generales. Vergüenza debería darle.


Verónica Mendoza, por su parte, no es menos que Vizcarra. Ella apoyó a Pedro Castillo para hacerse del poder y, según ha revelado Vladimir Cerrón, pretendía colocar ministros y altos funcionarios sin haber ganado las elecciones. La usual metodología del oportunismo de la ultraizquierda.


Mendoza guardó silencio mientras Pedro Castillo contaminaba el aparato estatal con un grupo de familiares y delincuentes que solo tenían un objetivo: robar la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible. Cuando Castillo intentó dar un golpe de Estado ella se cuidó mucho de secundarlo y se limitó a pedir elecciones generales. Ninguna palabra para condenar el desastre que Castillo había perpetrado en perjuicio de millones de peruanos.


El derecho a la libre expresión es fundamental para la democracia. Pero cuando quienes han hecho daños irreparables al Perú fungen de líderes y quieren hablar en nombre de los peruanos hay que decirles basta. Conocemos a Vizcarra y Mendoza y ellos deben explicaciones al Perú.


No sorprende que Mendoza y Vizcarra estén relacionados con la oposición irracional a la minería formal y concretamente al proyecto de la mina Tía María en Arequipa. Grupos de interés de ultraizquierda camuflados en ONG e instigados por abogados sin escrúpulos generaron hace algunos años un clima de violencia en Islay, Arequipa. Eso no debe repetirse.


Es esencial que en el tema minero encontremos un equilibrio entre la protección del medio ambiente y la promoción del desarrollo económico. Las inversiones responsables en minería y otros sectores pueden y deben coexistir con políticas que protejan nuestro entorno natural y aseguren un desarrollo sostenible, empezando por los pueblos más cercanos a las minas.


Las protestas pueden ser una herramienta poderosa para el cambio, pero deben ser ejercidas de manera responsable y con un enfoque en el bien común. La violencia y la destrucción no son soluciones; solo agravan los problemas y crean más divisiones.


El Perú ya no está para perder el tiempo con protestas violentas como siempre hemos visto. Es momento de reflexionar y buscar soluciones en busca de generar trabajo, que es lo que realmente quiere el pueblo. El próximo 28 de julio la Jefe del Estado tiene la oportunidad de hacer un balance de lo realizado, hacer una autocrítica y presentar un plan de acción. Si lo hace, personajes como Vizcarra o Mendoza se acercarán cada vez más al lugar que les corresponde: el basurero de la historia.

 

 

 

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