Por José Cevasco, publicado en Expreso
Recibí una llamada telefónica de un periodista para conversar sobre lo abultado que es el presupuesto del Congreso. La cifra supera los mil millones de soles y está sujeta a críticas, ya que un gran porcentaje está destinado al pago de las remuneraciones de los más de cuatro mil empleados y congresistas que constituyen la PEA (Población Económicamente Activa) del parlamento.
A mérito de encontrar una explicación razonable sobre el porqué de la magnitud del presupuesto, debemos analizar que el origen de ello lo constituye la fragmentación de las 13 bancadas que tiene el parlamento. Esto se debe a que, al no haber una mayoría absoluta que respalde a la Mesa Directiva, esta tiene que encontrar un soporte político en las diversas bancadas, para lo cual debe ceder a pedidos administrativos que redundan en un mayor gasto. Sin embargo, esto no es todo, ya que las bancadas agrupadas acuerdan la creación de comisiones especiales e investigadoras, creando una mayor necesidad presupuestal.
Pero para ser realmente sinceros, la radiografía que he descrito en el párrafo anterior también tiene un culpable, y la responsabilidad recae en la población que elige Congresos sin una mayoría absoluta, pensando que eso fortalecerá la democracia y permitirá un equilibrio de poderes. Un pensamiento con el que no estoy de acuerdo, ya que los momentos en que los Congresos han sido más sólidos y han permitido gobernabilidad son aquellos en los que ha existido una mayoría absoluta que se haga responsable del gasto y no tenga que estar a expensas de otras bancadas para asegurarse estabilidad política.
Esto sucedió entre 1993 y 2000, cuando el parlamento tenía mayoría absoluta y se administraba bajo criterios de austeridad y eficiencia en el gasto. Seguramente, a algunos no les gustará esta descripción, pero durante esos años el parlamento modernizó su organización e incluyó el uso de tecnologías que le permitieron ser un Congreso moderno, que incluso servía como ejemplo para otros en América Latina, capacitando a funcionarios y parlamentarios extranjeros.
¿Es posible reducir el gasto del actual Congreso? Yo creo que sí, pero dependerá de la voluntad política de las bancadas para reflexionar y de que la Mesa Directiva persuada a los parlamentarios en la reducción de gastos que, en lugar de sumar, restan, de cara a generar percepciones positivas en la población. A ello debe sumarse la necesidad de explicar a la población por qué tenemos un parlamento tan grande y voluptuoso.
Fuente: CanalB
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