Opinión

Rumbo a las elecciones, ¿de 2026?; por Ernesto Álvarez Miranda

Publicado el 11 de junio de 2024

Por Ernesto Álvarez Miranda, publicado en Expreso

 

Por mérito de Pedro Castillo y de la magia del JNE, más de cuarenta personajes, algunos de meritoria trayectoria, han manifestado el deseo de vivir un quinquenio en Palacio de Gobierno, aunque ello implique un período adicional en el penal de Barbadillo. La lotería en la que se han convertido las elecciones presidenciales anima a todo tipo de personajillos, aumentando la incertidumbre popular y la de los inversionistas. Se prevé que el actual entendimiento congresal entre la derecha democrática, el centro voluble y la izquierda extremista, encuentre su final apenas concluya el primer semestre de 2025, pues será imposible entonces disolver la cámara y no faltará quien intente alcanzar Palacio desde la presidencia del Congreso.


Los outsiders que ahora avanzan con sigilo, aumentarán la apuesta exagerando el grito y la pose para lograr notoriedad entre tantas candidaturas. La mayoría no aspira a liderar una corriente ciudadana en procura de un programa serio que enfrente las consecuencias del socialismo populista aplicado por los últimos gobiernos; solo quieren tentar suerte respondiendo con propuestas aisladas las principales inquietudes recogidas en los sondeos de opinión. Estos outsiders se clasifican en: desconocidos con respaldo financiero, profesionales con algún mérito, o aventureros sin escrúpulos. Entre los segundos, algunos buscarán un partido político serio para sustentar su legítima aspiración con un programa basado en una doctrina, pero otros confiarán en su grupo marketero para engañar a los electores diciéndoles solo lo que ellos quieren escuchar. Los responsables, buscarán el respaldo de una maquinaria partidaria para representar ideas; los populistas, confiarán en su carisma para representar emociones. Las consecuencias serán graves, pues de predominar los primeros, el debate será programático, los acuerdos serán duraderos y se fortalecerá la democracia; con los segundos, se incrementará la polarización y el enfrentamiento entre peruanos, prevaleciendo el egoísmo, el inmediatismo, y el caos.


Por eso es interesante el retorno de los verdaderos partidos políticos como el PPC, con gestores como Neuhaus y Cillóniz, en el intento de recuperar su electorado tradicional y dar el salto hacia la anhelada segunda vuelta; al final, en una papeleta electoral con más de veinte símbolos, las marcas conocidas pueden tener una significativa ventaja. Alberto y Keiko Fujimori tienen el reto de obtener el voto antisistema, compitiendo con el extremismo de Antauro, pues los electores del Centro y del Sur no son ideologizados sino contestatarios al establishment, mientras que la izquierda globalista permanecerá dividida a la espera de las cautelares en favor de Vizcarra, su verdadero líder, o de cualquiera que les asegure consultorías y concursos públicos amañados, para seguir ocupando espacios de poder, con o sin mandato popular.

 

 

 

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