Opinión

Santiváñez, el objetivo de Gorriti (y los caviares); por Luis Miguel Caya

Publicado el 16 de septiembre de 2025

Por Luis Miguel Caya, publicado en Altavoz


En el Perú, cuando los caviares huelen sangre, lanzan a sus sabuesos. Y, esta vez, el blanco de Gustavo Gorriti y su orquesta mediática no es otro que Juan José Santiváñez, el polémico ministro de Justicia que en pocas semanas se ha convertido en el hombre más incómodo para la izquierda que gobierna los pasillos del Ministerio Público y del Poder Judicial.

 

Los audios difundidos no son una casualidad. Se trata de filtraciones quirúrgicas, liberadas en el momento exacto para dinamitar la autoridad de Santiváñez y presentarlo como un operador oscuro. En el país donde nadie controla el poder de quienes controlan la información judicial, el libreto es conocido: primero te enlodan y después te anulan.

 

El mensaje es evidente: Santiváñez no encaja en el molde caviar. Ha osado cuestionar el monopolio de la narrativa anticorrupción que, durante años, sirvió para blindar a la corrupta Odebrecht y para perseguir selectivamente a rivales políticos. Ha osado hablar de una reforma real del sistema de justicia que afectaría privilegios enquistados. Y, peor aún, ha osado enfrentar a quienes se creen dueños del periodismo de investigación en el Perú.

 

Por eso, los mismos que callaron cuando fiscales negociaban con corruptos brasileños, hoy gritan indignados por unos audios cuya fuerza probatoria es, como mínimo, cuestionable. Santiváñez lo sabe y lo ha dicho: no hay delito, solo ruido. Pero el ruido en la política peruana suele ser más letal que la prueba fiscal.

 

Gorriti y compañía no buscan justicia, buscan trofeos. Necesitan mostrar poder, marcar territorio y recordarle a cualquier funcionario que se atreva a desafiarlos que el precio será la crucifixión mediática. En ese tablero, Santiváñez ya no es solo un ministro, es el objetivo.

 

¿Caerá? La respuesta dependerá de la capacidad de Santiváñez para resistir el linchamiento público. Porque, en el Perú de hoy, donde los fiscales filtran expedientes y los periodistas militan causas, la verdadera sentencia no se dicta en el Poder Judicial, sino en los titulares.

 

 

 

Fuente: CanalB

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