Por Fernando Calmell del Solar, publicado en Expreso

El cáncer es una enfermedad que comienza con un tumor maligno y termina causando la muerte, cuando hace metástasis, que es la propagación de ese tumor a otros órganos del cuerpo. Lo cierto es que el Perú tiene un tumor canceroso en uno de los órganos principales del cuerpo del país. El riesgo es muy alto, porque ese tumor, radicado en el sistema judicial, ha hecho metástasis y se ha propagado de manera descontrolada.

Seamos claros: la mafia de gatopardos caviares es el origen de la enfermedad y la ramificación de tumores ha avanzado, tomando gran parte de los órganos vitales del país.

Tenemos presencia de la mafia cancerosa en la clase política, en las instituciones del Estado; se ha detectado que en la gran empresa existe presencia de la enfermedad. También en el mundo financiero, y lo mismo sucede en el sector minero, agroindustrial, en la pesca y, lo que es peor, en la educación.

¿Cómo se propaga la mafia cancerosa? Igual que en el cuerpo humano: toma el control de cada uno de los órganos que le dan vida al país y los bloquea, para que el cáncer finalmente tenga el control total, evitando que el enfermo se pueda recuperar y salvar su vida.

Identificar a las células mafiosas malignas es fundamental para recuperarnos. Tenemos agentes cancerígenos infiltrados en las grandes empresas. ONGs malignas, controladas por el cáncer, que intervienen de manera directa o indirecta para evitar la recuperación de nuestros órganos productivos, como sucede en el caso del sector minero —que debería ser el motor principal de nuestra economía—, satanizando al minero informal en lugar de transformarlo en formal y, por lo tanto, saludable. Y además ramificando la enfermedad mortal a los planes educativos, contaminando a nuestros niños desde sus procesos de aprendizaje en los colegios y universidades.

¿Cómo le salvamos la vida al Perú? Igual que se le puede salvar la vida a un paciente: atacando el cáncer en todos los órganos enfermos, extirpando los tumores y con un tratamiento agresivo de quimioterapia para que no se vuelvan a reproducir.

Si queremos un país saludable, pujante, que se desarrolle y con todos sus órganos en pleno funcionamiento, debemos actuar como oncólogos y así terminar con cada foco en el que está la mafia caviar y sus tumores, hasta que desaparezcan de la justicia, de la gran empresa, de las instituciones públicas y, por supuesto, de los sectores que le dan vida al país, como es el caso de la minería, la agroindustria y la pesca.

Solo así terminaremos con los voceros del cáncer, con las ONGs cancerosas, con las mafias cancerosas que desinforman, manipulan y mienten para evitar la recuperación social y económica del país.

Y el tratamiento es: reforma judicial, reforma de las leyes mineras, agroindustriales, pesqueras y de formalización. Reforma de la educación y la salud. En pocas palabras, y como ya se ha hecho parte de un reclamo nacional, un cambio de ciclo total para terminar con la enfermedad y comenzar a vivir una vida plena.